martes, 10 de junio de 2014

A propósito



Quien muda con frecuencia sabe que hay dos maneras de hacer maletas. Puedes, como mi abuela, enlistar cada una de tus medias, ordenarlas para optimizar espacio y repetirlo con el resto de las cosas. O, puedes, como mi abuelo, arrojar tus libros favoritos en una mochila, el dinero que te queda, y cerrarla antes de que algún pantalón oportunista se cuele y te estorbe el equipaje.  Quien muda poco no tiene idea de cómo hacer maletas y piensa, ingenuo, que debe llevar solo lo justo y necesario.  
            Aquella vez, sabiendo que no sabía hacer maleta, y sabiendo que quien no sabe trabaja más, decidí mudarme casi sin mochila. Los cambios cuestan; compré el guardarropa nuevo, libros nuevos, dicen mis amigos que incluso me compré un acento.  Estoy seguro que dejé además de las cosas, una forma de sonrisa y varias muecas.
            Todavía no estoy seguro de que los cambios sean cambios cuando te regresas.  Hay unas partículas cuánticas que se van de vez en cuando pero siempre vuelven y, como regresan siempre, los físicos deciden que nunca se fueron. Mis amigos son físicos y me ahorraron la pena de recordarme que regreso derrotado; mis nuevas amistades son humanistas y no han dejado de recordarme que vengo de vuelta, que me fui un rato y que regresó otro.
            La incertidumbre de Heisenberg ya no me aterra. Creo que acepto bien los cambios medios, los pseudo-cambios; prefiero saber a dónde voy ignorando la velocidad que irme de lleno sin saber a dónde. Todavía me queda algo de físico, creo, pero me alcanza para algo de poeta.
***
 Algunos sabrán que me voy de viaje un rato, lo más probable es que eso repercuta en el blog. Espero escribir con más frecuencia y también espero que la conversación siga en los comentarios. Tanta suerte y hasta pronto. 

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