viernes, 29 de octubre de 2010

Gracias

Le tiemblan las manos, pese a ello, no dudo en que pueda manejar la navaja que sostiene entre ellas. Detrás de mi no hay nada, detrás de él, una pared. El instinto me dice ¡Corre!, Sun Tzu dice: Nunca le des la espalda a tu enemigo.

Nos miramos. No dice nada. ¿Qué carajo va a decir? Esta, para él, es transacción de rutina. Me lo imagino igual de cansado que al burócrata promedio. Es más, me imagino que es un burócrata promedio de mañana y que de noche en lugar de pedirte apáticamente rellenar el formulario W3B4 te pide enérgicamente que le llenes la cartera N44D4.

Siento que esto lleva siglos. El no se impacienta. Para mí, pienso yo que piensa él, el tiempo es más valioso, por eso de que pareciera más escaso. Estoy por moverme, no quiero hacerlo, no sé hacia donde, pero los músculos entumidos me obligan. Estoy por ceder, él levanta la ceja. Recupero el control de mi cuerpo-estatua.

Insisto en que esto lleva horas. Sus manos aún tiemblan, pero lo siento sereno. Me asalta una idea. Hacía semanas, ¿meses? Que no pasaba tanto tiempo con otro ser humano, sin verlo tan a los ojos…
¿Quieres ir a cenar? Le pregunto.

La mano ya no le tiembla, se encuentra firme en el mango de su navaja, el filo serenamente hundido en mis entrañas.
Me desvanezco de apoco. Carajo, susurro, por eso no hablo con la gente…

jueves, 14 de octubre de 2010

Suelo

Primero que nada una disculpa por no haber posteado nada ayer. Más que no escribir, no se me antojo publicar. Hoy por otro lado se me antojaba mucho publicar, pero estando enfermo/dormido casi todo el día no me di el tiempo entre estornudo y siesta de escribir nada... Así que dejo este que escribí hace unos meses, continuamente renovado gracias al Estado de seguridad que me gobierna.


La ciudad se ve más roja,
Bajo la piel de mis parpados caídos;
El aire huele húmedo, de mierda, fosa
Se siente el frío calar hasta los huesos
Desde el cielo llora el árbol sangre
Los ríos de escarlata pintan el concreto
Los autos dejan estelas insondables
para los pies que quejosos ahí se arrastran…

Busca mi mano la tuya, entre mi sueño
Tantea sin cesar hasta dar con algo
Ese algo que tantea es vacio
Vacios los parques, los ríos y ensenadas

Se derrumba un edificio por el centro
Memorias o recuerdos de los hombres
Cada casa oculta en su silencio
Mancilladas de granate sus portones

El viento es húmedo y seco a un tiempo
Seco cuando arranca sin aviso los letreros
Húmedo cuando mancha con desquicio
Los techos y paredes de los templos…

La ciudad se ve más verde
Bajo el gas de los cuerpos putrefactos
Sondea el viento entre matorrales descuidados
Y haya en cada uno, a un hombre descontento
Desde la caverna ríe uno en su miseria
Y su risa caza inteligencias aún serenas
Vomita el niño que abandonado pide ayuda
Y nota el rojo bajo la piel de sus parpados caídos.

martes, 12 de octubre de 2010

Patiens et fortis se ipsum felicem facit

Antes pensaba que ser feliz era solo para los imbéciles. Luego me di cuenta que todos somos imbéciles y por tanto aptos para la felicidad. Creía lo primero porque, en un mundo despedazado en la desigualdad no podía reconocer una inteligencia propensa a la felicidad, entendí lo segundo al ver que nosotros creamos, perpetuamos o permitimos ese mundo despedazado.
           
Me di cuenta también que la felicidad es un concepto muy vago, y que ideas como las de Benjamín Franklin nos lanzaron a todos (en diferentes tiempos) a por la búsqueda. No sé si hayamos entendido mal su idea, o si su idea simplemente era una apropiada para su siglo. Sea como sea, en estos tiempos la felicidad no la podemos ir a buscar a ningún lado.
           
Tal vez sea que estamos acostumbrados a un mundo sumamente racional. Cogito ergo sum. ¿Por qué tenemos que ser tan abstractos? ¿No había que existir de antemano para emitir el pensamiento? De suerte que me parece equivocada esta frase, al menos, para nuestras vidas postmodernas. Prefiero a Pierre Gassendi sobre Descartes: “Camino, luego existo”. Y es que en esto de andar usando frases ajenas quisiera utilizar las de una mujer que, para mi sorpresa, creía como yo, que solo los imbéciles podían ser felices…
           
 Eva Ensler, escritora de los Monólogos de la Vagina, en 2007 dijo: Happiness exists in action,it exists in telling the truth and saying what your truth is, and it exists in giving away what you want the most[i]

Sigo creyendo que todos somos imbéciles, pero ahora también pienso que podemos ser felices. Porque todos, por muy imbéciles que seamos podemos (queremos, deseamos, añoramos, necesitamos) hacer  algo; siempre existe una verdad, aunque sea de los imbéciles, y siempre una interpretación de esa verdad… y por último todos, todos los imbéciles y los envidiosos disfrutan de dar al mundo eso que más desean tener…

Como diría Jovanotti: Io penso positivo perche’ son vivo Perche’ son vivo.[ii] Ser infelices no solucionará al mundo, ser felices tampoco, pero una sola sonrisa sincera es motor suficiente.






[i] La felicidad existe en la acción, existe al decir la verdad y al decir cual es tú verdad, y existe dando aquello que más quieres.
[ii] Yo pienso positivo porque estoy vivo. Porque estoy vivo.

viernes, 8 de octubre de 2010

Definiciones

procrastinar.
(Del lat. procrastinare).
1. tr. Diferir, aplazar.

Yo estoy procrastinando. Cada palabra que escribo es una prueba fehaciente de la implacable voluntad de la flojera. Pero ¿qué aplazamos ahora?, o siendo corteses, me salgo de la primera persona del plural para aceptar toda la responsabilidad del procrastinado discurrir de este escrito. Lo que procrastino es el punto final. Lo mantengo en seguido, en aparte, apoyado sobre una coma. Procrastino el final de este sinsentido. No me juzgues por intentar aplazar el inminente. No me juzgues por sacarle a cada oración una palabra para la siguiente. Lo cierto es que, el punto final me amarga, no me amarga por final, sino porque en cierto sentido, se me figura suspensivo…

El abandono.

He ahí el verdadero procrastinar. Renuncia sin beneficiario, y sin beneficio. Pídele al recuerdo una postal, imprímela en palabras, haz un verso. Guárdala en un cajón, prométete en silencio que la enviarás mañana. Abrirás el cajón después, a media tarde, y verás bajo la fina capa de polvo, mancillado, tu recuerdo. Te aferrarás con ahínco la tinta vieja, y repetirás entre los dientes ese verso…

                      Abandono, dirás
    Abandono…
            Dejo, entre comillas, “para luego”
                     Procrastino, diré
    Procrastino
           Y pierdo la memoria de ese verso

martes, 5 de octubre de 2010

El oso humano


Un glaciar se derrite, el oso llora ante la cámara impávida. Nada cientos de kilómetros, camina entre ecosistemas ajenos, bordea carreteras, entra en la ciudad, sale de ella, encuentra los suburbios. Se acerca sigiloso a un hombre que saliendo de su casa se dirige hacia su auto nuevo.  El oso entra en frenesí y se lanza contra el indefenso humano, con un potente empujón le manda contra el auto, ahí, perdiendo toda dignidad el hombre en su traje llora amargamente rogando el perdón, impávido como la cámara que lo filmó antes de su travesía, el oso remata con un derechazo que deja al hombre con el cráneo destrozado.

Un glaciar se derrite, el oso llora ante la cámara impávida. Nada cientos de kilómetros, camina entre ecosistemas ajenos, bordea carreteras, entra en la ciudad, sale de ella, encuentra los suburbios. Se acerca sigiloso a un hombre que saliendo de su casa se dirige hacia su auto nuevo.  El oso entra en un estado de sublime armonía con el universo. Se levanta en dos patas y abraza al hombre con todo el cariño que un oso de peluche jamás podrá contener en su diminuta y felpuda complexión.

Para desgracia del mundo, el verdadero anuncio es el segundo. El oso polar desprovisto de un hogar migra hasta los suburbios americanos para agradecerle al muy consciente americano por su nueva adquisición pro-medio ambiente. Senda barrabasada es casi imperceptible por la emotividad que le causa a uno ver la voluntad de ese sobreviviente del reino animal y la cristiandad con la que pone la otra mejilla.

Para mí el mensaje es claro:

Querido reino animal; Favor de pasar a la ventanilla de quejas para postrar su agradecimiento a los humanos que, después de siglos de poner en peligro su existencia con tecnologías tradicionales, ahora inventan unas más sofisticadas.

…Era eso o tratan de vender un auto, ya no sé. 


lunes, 4 de octubre de 2010

Cuarto


El sombrero comprado en playa. La luz del sol, por la ventana, tras la cortina buscando resquicios para llegar hasta la pantalla. A la izquierda tengo el son de Barbieri, Mainieri y White. Frente a mí, bajo la bota de vino antaño vacía colgada en la pared, tengo las series de Jordan, Goodkind, Herbert, Paolini, Salvatore y los siempre juntos Weis y Hickman. Debajo toda una hilera de literatura universal… desde Achebe hasta Wilde. Debajo retoman Rowling, Lewis y King con su serie Slayer. Las aventuras de folletín con su repisa propia, las cierra Pérez-Reverte, porque para mí, El Capitán Alatriste es el mejor folletín moderno… Cierran con broche de oro en universos paralelos Assimov y Adams.

Saltando un infinito de maletas apiladas y electrónicos viejos, debajo de las ilustraciones de Cisneros, en pedestal, de cartón pero pedestal, los tres tomos del General J.E.C Fuller; el pedestal lo subraya un sable de infantería ligera, del siglo XIX, de pésima confección, restaurado dos veces en los dos siglos subsecuentes; única herencia del bisabuelo paterno en ambos grados. Bajo el sable, las ciencias sociales, Historia general de México, Hobsbawm, Bernstein, Las Teorías de la Guerra Justa, un arrebato filosófico de Platón a Dante, después de Descartes a Kant, de Kant a Hegel, de Comte a Bergson y cerramos con Heiddeger y Wittgenstein. Ahora suena  Una Mañana Linda en el fondo.

En la mesilla de noche, lo más cerca de la almohada, unos cuantos diccionarios, Maquiavelo, Camus, Tolkien, Ibargüengoitia, Benedetti, Borges, una vela en forma de árbol, un abrecartas y una navaja de bolsillo. Sobre la mesilla, junto a la ventana por la que ahora ya no queda ningún rayo de sol que intente pasar tras la cortina, dos acuarelas enmarcadas en madera natural. A mi izquierda Diamond aprende a amar en Acapulco…