lunes, 21 de septiembre de 2009

Sueños

Sentado en medio de la sala, el hombrecillo, empequeñecido ante la sombra inmensa de si mismo reflejada en la pared a causa del fuego improvisado, rompió en llanto. Recitó casi imperceptible un centenar de blasfemias. Luego, exangüe, calló dormido.

La mañana siguiente, entumido, levanto el polvo para apagar el fuego, sopló contra el hollín en la pared generado por el fuego y, maleta en mano se retiro del edificio derrumbado. Las calles a rebosar de los hombres se siguieron una a la otra sin rumbo definido, ya perdido entre laos callejones de la parte vieja de la ciudad encontró otro edificio derrumbado. Se acerco a lo que alguna vez fue una sala.

Con un poco de licor y alguna tela seca y lo que restase de una silla, encendió un fuego. Se regocijó ante la figura imponente de la silueta de si mismo proyectada en la pared. Después, y mientras la contemplaba, rompió en llanto. Esta vez, sin recitar blasfemia alguna, calló dormido.

La mañana siguiente, entumido, levantó el fuego para, maleta en mano, retirar la pared generada por hollín y derrumbar el edificio. Rebosantes, sin rumbo, los hombres siguieron los unos a los otros y, empequeñecidos ante la sombra inmensa del hombrecillo, perdieron la vieja ciudad entre las calles.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Historia de amor imaginaria en cuatro tiempos

I Y aún ahora cuando te veo
Oler los aromas de tu cabello
Besar tu cuello
Susurrarte al oído cuanto te quiero

Palidecer ante cada roce de tus labios y los míos

¡Ay! Amor mío, si existieras.

II A veces pienso que tú naciste
Para hacerme el amor
Y que nací yo para hacerte reír.

Por eso no me importa que rías
cuando hacemos el amor

III Aunque sea solo una sonrisa amarga
La ultima despedida del deseo
Dime aunque sea que me desprecias
Que me aborreces ¡que ya me vaya!

Pero simplemente callas, mujer
porque tu silencio son sentencias
muerte tan tajante, anunciada,

IIII Y al final esos gritos despapanantes, esa furia que creo que me contengo quiero en mis brazos sonstenerte y destazarte, luego un beso , una caricia y que me ames sin amarte. Que rindas a ti todos tus deseos y que yo con la mirada te deshaga, quiero también y al mismo tiempo que lo sufras, que te arrastre que te duela que te vayas.

Tanto tengo que decirte, no digo nada.

Tanto quiero lastimarte

Tanto daño quiero hacerte y que me hagas


¡Ay! Amor mío, si existieras.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Pitágoras entre Conceptio y Turri

-Míralo, estéticamente… es bello- dijo Morfin con el cigarrillo a medio consumir a la altura de los ojos.
-No, no lo es- espeto desafiante Campero
-¡Pero si es arte!- exclamó el músico en voz baja
-No no, para que sea arte tiene que provocar una reacción física en el observado- mencionó al ahí-se-va Rod
-Para de joder, la pornografía sería la mayor expresión artística de todos los tiempos- intervino de Paz irritado
-Mira, para que sea arte tiene que ser creado con la única finalidad de ser arte. Y ese cigarrillo tiene finalidad, por eso no es arte- aclaró Leo con su voz de Buda
-Ya sé, por eso me lo fumo- rezongó Morfin al dar la última bocanada.

Sonreíste un poco, con la mirada perdida. “Esta bueno, a lo mejor lo escribo” Con el agua mineral un tanto esparcida por la mesa, calmando la ansiedad con un chicle recién comprado volviste alejar la mirada. Preguntaste algo al viento, o a mí, o a mí y al viento. “Tal vez una pierda” te dije mientras un buen ejemplar salía de mi morral y se depositaba sorda en la mesa a las afueras de un café, en una esquina redonda frente a un parque, escondido detrás de un enjambre de puentes peatonales. “Me la trajeron de Chile, de una reserva. Mira, tiene la particularidad de acomodarse perfectamente en mi mano”

“Jaque Mate” me miraste incrédula. Movimos las piezas, uno, dos, tres turnos… “Jaque Mate” dijiste sonriendo mientras tu torre y tu reina me acorralaban en la esquina de un tablero de plástico-papel…

-Y no, esas cosas no pasan… creo que no pasan… ¿pasan?- Mis brazos se cruzaron de nuevo después de dejar los cubiertos sobre el plato
-Pues a mí me pasó, ¡dos veces!-
-Mierda, pues… mierda-

“Si te gustó te la puedes quedar” dije sonriendo. “Es solo una piedra, tal vez un día me la regreses” Sonreíste.

Sí, a mí también me gusta el verde