miércoles, 23 de marzo de 2011

Eco de tarde

Hay veces que pega la soledad. Hoy tarde, con un Eco entre las manos, proposición por demás absurda puesto que el eco está siendo (iba a decir reproducido, mas lo reproducido sería también falso, lo reproducido es el sonido y precisamente eso es el eco) hasta mis oídos desde el dojo de Kendo; y por otro lado imagino que en algún lugar de Italia, el escritor probablemente dormido, no sepa si quiera que lo leo.  Y ya con ese sin saber me regreso. Sin saber más que yo, acaso y apenas, dónde estoy, me encuentro solo.
                La briza ni acaricia ni pega… de usar un verbo me lo inventaría, así que dejo simplemente: La briza ___ mi piel. La luz, gris, deja un tanto azul la hoja, la tinta, negra, la deja un tanto gris.
                Suelto, o soltaré, o pienso que soltaré la pluma para cerrar la libreta y tomar de nuevo el Eco entre mis manos, proposición por demás absurda puesto que ya no hay eco que este siendo desde el dojo y el Italiano siega estando dormido supongo, sin saber si quiera que lo leo. Ya con ese amargo sin saber me regreso. Antes claro, respondo el celular y la soledad ya no pega… O ya no pega tanto. 

1 comentario:

  1. Vaya! Me fascina cómo logras capturar instantes que son tan cotidianos y de los que casi nadie habla. La línea antes de la brisa es un acierto rotundo. De hecho produce esa sensación de brisa. Tomar de nuevo el eco, de las voces de otros que seguramente ni saben que los pensamos, leemos y/o sentimos...eso es andar enamorado, aunque sea de unas cuantas líneas. El sin saber...no es un sin sabor?

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