jueves, 18 de noviembre de 2010

Nombres y otros delirios.

Juan se llama y Juan le dicen. Juan se levanta de tarde, cuando en vez de pájaros entonando melodías son cientos de pitidos en torbellinos ensordecedores de caos. Juan no come al salir de casa. Se va al taller, trabaja, y si la tripa ruge, se como un chocolate con miel y nueces. En el taller trabaja solo. Por las mañanas sueña que en el taller tiene compañeros, muchos compañeros, cientos y cientos de amigos que lo conocen y lo saludan, y lo felicitan cuando tiene un nuevo hijo, y lo ayudan cuando ya no tiene para darle de comer, y lo invitan por cervezas cuando está deprimido y lo llevan a su casa cuando está borracho. Pero eso es solo en las mañanas, cuando nada es real y todo es sueño. En las tardes Juan trabaja solo.
      Ledam le dicen, Jesús se llama. Ledam se levanta cuando quiere, si quiere cantan pájaros bellas melodías, si se le antoja suenan los clarines y los violines y las violas. Antes de salir de casa Ledam siempre come un chocolate con miel y nueces, cosas que se quedan de otras vidas. Una vez completo su ritual del cacao, va para el taller. En el taller Ledam ya no trabaja, o no tanto como quisiera, para colmo jamás trabaja solo. Por las noches, o por las tardes de su siesta, o en las mañanas de la cruda, sueña que está en el taller trabajando de nuevo solo, solo como solo no estuvo ni Dios antes de crear el universo, sin las peticiones de gente que quiere modelos nuevos, sin los reconocimientos al otro lado del globo, sueña que se encuentra separado hasta del alma y que se vuelve un animal salvaje… que se libera de las cadenas de los amigos, los falsos y los verdaderos, que no hay hijo que valga ni mujer que cuente… sueña que le hace falta todo menos coraje.

Cuando Juan trabaja no sueña. Trabaja. Soñar se dice es para la cama. El taller es para trabajar, trabajar es para la lana, la lana pa’ la familia y la familia pa’… Pues pa’ nada. Juan sabe muy bien que hay cosas que se hacen porque deben de hacerse, nada más. A veces hasta piensa que hay cosas que se hacen nada más porque quieren ser hechas.

Cuando Ledam trabaja, más bien sueña. Sueña para trabajar, o más bien trabaja porque sueña. Sin sus sueños no habría trabajo, sin trabajo no habría éxito y sin éxito, pues a veces piensa que sin éxito no habría nada. Ledam piensa que debería haber cosas que se tendrían que hacer por el simple hecho de que debieran ser hechas. Sin caprichos, ni placeres ni por encargos ni por nada.

Cuando en las madrugas sale Juan del taller piensa en todo lo que hizo. A veces apenas y le toca montar las piezas. A veces hasta reproducirlas. Una vez vio un diseño que le gusto mucho. Luego le dijo el patrón que ese no era un diseño, sino unos garabatos de una pluma que no pintaba… A Juan cuando le dijeron que eran garabatos más le gustó el diseño. Se dijo que un día, cuando se levantara de mañana esculpiría ese diseño, se llamaría Jesús y lo llamarían Ledam.

Ledam a ratos se recuerda, y en vez de llamase Jesús se llama Juan. Cuando se recuerda sonríe, tal vez de nostalgia. Eso le gusta, porque cuando se sonríe de nuevo trabaja solo en el taller, y ve con sus ojos cansados diseños en cualquier papel manchado. Con sus manos cansadas monta y reproduce no lo que se le viene en gana sino que hace lo que debe hacerse, nada más.

2 comentarios:

  1. :) me gusta esto de la esquizofrenia
    jaja
    y te quiero
    y me encanta
    y creo que no estoy en facultades de escribir un comentario, pero me tomé muy en serio "la hora de leer a nair" :)
    saludos! te amo castoramente.

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  2. dud, esta vez me dejas sin palabras.

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