No pudiste con tu
núbil deseó a flote
exclamar sino una sílaba precisa.
Dulce nota de un sí entre suspiros,
desgajados poco a poco por caricias.
No alcanzaron las
miradas más profundas
encontrar en nuestras almas un resquicio
que no pulsare nuestros cuerpos con locura.
Prendidas una a otra
nuestras vidas,
abandonados al fin de de la palabra
Dejamos que el mar
nos engullera.
Las olas nos
rompieron en dos partes
tensando nuestros muslos y caderas.
En pedazos, dispersos
por la arena,
nos fue rehumedeciendo la marea
para hacer con los resquicios cuerpos nuevos.
No alzaron astros albas
luces,
se escondieron envidiosos de mi sino,
cegados por tu febril sonrisa;
invitación ladina a tu recién tesoro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario