Consulta
“Suponga que esa tensión sexual
se puede oler, “propuso el terapeuta “¿A qué huele?”
En
ese momento, un bólido atravesó el cristal, rodo unos metros por el consultorio
y explotó en una fragancia de pimienta y naranja.
La paciente despertó
inmediatamente, le lloraban los ojos y pudo ver, aunque borroso, como dos
hombretones gigantescos le arrebataban la licencia a su psicólogo mientras uno
tercero le quemaba el título sobre el basurero.
“Doctor, “dijo casi compungida “la
verdad es que no me arrepiento.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario