jueves, 22 de marzo de 2012

Consulta


“Suponga que esa tensión sexual se puede oler, “propuso el terapeuta “¿A qué huele?”

                En ese momento, un bólido atravesó el cristal, rodo unos metros por el consultorio y explotó en una fragancia de pimienta y naranja.

La paciente despertó inmediatamente, le lloraban los ojos y pudo ver, aunque borroso, como dos hombretones gigantescos le arrebataban la licencia a su psicólogo mientras uno tercero le quemaba el título sobre el basurero.

“Doctor, “dijo casi compungida “la verdad es que no me arrepiento.” 

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