lunes, 15 de agosto de 2011

Prothalámous


Es simplemente extraño estar sentado al lado de una cama de hospital. Hay algo que no cuadra, algo que se siente ajeno y, al mismo tiempo, terriblemente familiar.  Días como hoy no se planean, aunque este todo en un horario y haya siempre alguien con agenda en mano preparado para todas las vicisitudes.

El caos medrado por un orden absurdo de expectativas aciagas. Maldita sea…

Hay de hospitales a hospitales y por muy hotel que se disfracen son todos antesala de desgracia. Desgracia y alivio, supongo. Desgracia para los que se quedan, para los que esperan que se vayan los que se van, o fintan que se van… o se van y regresan…  Alivio para los que en cama respiran golpeado y balbucean ilusiones o recuerdos o deseos o verdades.

Duele, por ejemplo, la espalda; angustia, esa perspectiva gris y triste de esperar lo peor mientras mantenemos viva la esperanza necia.

Maldita sea… apenas son las siete y cuarto y siento que sentado he pasado media vida; y darse cuenta que media vida mía es novena parte de la suya y que estos días, para mi eternos serán quizá apenas suspiro, de alivio, de alivio espero. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario