sábado, 1 de enero de 2011

Los primeros de enero...

Los primeros de enero casi siempre me siento triste.  Para empezar me suele amanecer entrada la tarde, y para terminar suele la tarde recordarme a media penumbra que el año nuevo y el viejo es la misma tela con otro corte.
Supongo que tiene que ver también el hecho de no hablarte. De que las palabras se queden en el estomago, revolviéndose constantemente para decirme que no tiene sentido alguno salir cuando adentro es tan cálido y conocido.
Los primeros de enero les digo, tienen ese algo que me invita a la vez  salir de la cama y vestirme para la mejor ocasión, y regresarme bajo la colcha con la pijama rota y una sudadera vieja que uso en los meses de frio.  A lo mejor es como dice mi prima y es que el año aún no empieza, que los años empiezan el segundo… será que el primero es como esas veces en que no sabes bien si estas aún dormido y soñando o si solo, apenas despierto, transformas las luces y sonidos en elementos oníricos de la más real magnitud…. Ha de ser que el primero de enero es como cuando no terminas de morir y ya estas renaciendo, ese limbo absurdo que te deja con nostalgia y te llena de expectativa, y luego además, encima tienes el peso de recordar todos los otros limbos, los otros primeros de enero, donde con verdadero ahínco pusiste los propósitos en charola de plata con guardias reales a su lado protegiéndolos de la adversidad, para después leerlos y reírte, de haber escrito lo mismo la ultima vez, y solo haberlos cumplido a medias.

Los primeros de enero casi siempre me siento triste. Será que así fueron los otros y, por costumbre, no tiene sentido alguno salir. 

1 comentario:

  1. El año empieza cuando el primer calendario del mundo lo dice. Osea, para nosotros empieza el 31 de diciembre. Que será, como a las 6, 7 de la mañana, aquí en México?

    Morfín

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