jueves, 23 de julio de 2009

Enodatio

¿Y si murieras mañana? La pregunta surgió desde lo más recóndito de la mente. Atravesó valles de ideas, mares de sueños, nubes de deseos y abismos de ignorancia, sólo para dejarse escurrir como una pequeña gota de agua en el pozo de la conciencia.

Hace 20 años, de entre todas las posibilidades, de la unión de un hombre y una mujer, fui concebido. Eso no lo decidí yo. En el momento del parto no lloré, no me moví, no respiré. Mi pulmón derecho estaba colapsado. Pude haber muerto, pero decidí vivir. Hoy enfrento la mayor de las consecuencias; vivir. Y, por alguna circunstancia, una pregunta que nació casi inocente en alguna parte de mi recóndito cerebro, abrió mis ojos a la única realidad inminente: voy a morir.

Me encontré dentro de las posibilidades infinitas de lo que pudo ser mi vida, con una familia rodeada de libros. En los libros conocí mis primeras palabras, mis primeros sueños. Leí la palabra “Dios” y sus letras me envolvieron durante renglones y párrafos y páginas hasta toparme después con la palabra “religión” y el concepto divino desapareció en la vergüenza de la hipocresía ajena. Y más tarde encontré en páginas muy distintas “La religión es el opio del pueblo” y creí en las palabras de Karl Marx, y amé la frase y la volví parte de mi camino. Dejé por ese entonces mis libros y viví, viví solo un poco. Viví para recordar a mi abuela paterna enferma, viví para verla agonizante, en ese momento me vi obligado a ponerle una coma a Marx; Si la religión es el opio del pueblo… entonces la fe es la salvación del hombre. Porque si bien mi abuela proclamaba la religión a diestra y siniestra no fue la religión quien la hizo caminar los últimos días de su vida después de años de incapacidad, sino su fe.

En ese momento sólo comprendía la palabra fe, pero la palabra muerte era un concepto alejado de mí ser. Una irrealidad, una fantasía como cualquier otra fantasía de infantes. Por eso, cuando leí sobre heroicas batallas y guerras jugué a matar. En ese entonces leí “La guerra es el arte de destruir a los hombres, la política es el arte de engañarlos.” (Jean Le R. D’Alambert) Entonces entendí dos palabras, destrucción y engaño. La destrucción, me dije, es parte natural del hombre…todo es un ciclo donde la destrucción es el comienzo de algo nuevo. El engaño, me dije, también es natural. Sin engaño no hay fe y sin fe solo se espera a la muerte.

Entonces puse a prueba mi vida, engañé y destruí. Me encontré entonces en medio de los problemas más grandes que alguien puede tener. La gente dejó de confiar en mí. Regresé corriendo a mis lecturas, pero no encontré nada. Una y otra y otra vez veía el engaño y sin embargo, comprendí algo nuevo sobre este, leí “los artistas usan la mentira para encontrar la verdad” (Alan Moore) y la verdad para mí era la fe. Entonces quise ser artista y me volví escritor por ser dibujante frustrado.
Entonces por mucho tiempo escribí ¿pero que sabía yo del amor? Del amor entonces escuché: "Yo pretendo que haya poesía en mi vida, y aventura, y amor, amor por encima de todo. No la artística impostura del amor, sino el amor que es capaz de derrumbar la vida, impetuoso, ingobernable como un ciclón en el corazón ante el que nada se puede, ya te arruine o te embelese. Yo debo sentir ese amor" (M. Normand. T. Stoppard) . Y entonces conocí a quien por mucho tiempo fue mi pareja, y cuando las circunstancias me obligaron a perderla comprendí que algo me habían quitado, que algo era distinto, conocí la palabra libertad. De la libertad leí mucho y mucho oí pero sólo algo me retumbo para siempre “la verdad os hará libres” (Jn 8, 32)

Entonces comprendí que si el engaño nacía para la creación de la verdad, entonces yo era libre. Pero comprendí que ser libre era mucho más. Pero eso lo aprendí después. Con el tiempo mis ojos fueron a dar con otras palabras "No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente" (Arturo Pérez-Reverte).

¿Y si muriera mañana? La pregunta surgió desde lo más recóndito de la mente. Atravesó valles de ideas, mares de sueños, nubes de deseos y abismos de ignorancia, sólo para dejarse escurrir como una pequeña gota de agua en el pozo de la conciencia. Si muriera mañana habría vivido bien, porque tuve la valentía de ser libre y en mi libertad amé y al amar encontré la fe para seguir afrontando mi libertad.

4 comentarios:

  1. de todas las posibilidades infinitas elegiste pensar y eso es algo que admiro, debo admitir que tus palabras son buenas, invitan al pensamiento, seducen los ojos y cuando te percatas ya haz devorado un texto entero...
    buen texto te felicito
    estoy en un proyecto cultural que nace...
    pero nos haria bien un concurso de escritura., nada material, ni nada lujoso o pomposo, sin ceremonias de premiacion o grandes nombres en el jurado, escribir por escribir., ganar por ser bueno...
    me pongo en contacto contigo
    una vez mas que bueno es leerte...

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  2. Acaso borraste mis comentarios?
    O estoy tan imbécil que sólo oprimí "Vista previa"?

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  3. Hum... Juro que no he borrado ningún comentaroi, de hecho me veo en total ignorancia para hacerlo.

    No te culpo de imbécil, pero tal ves si orpmiste ese botón...

    Invitote a reescribirlo, te lo agradecería mucho.

    Saludos.

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  4. Me encanto leerte, es un viaje por la filosofia de vida, de un joven escritor

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